La liquidez es un concepto financiero que se refiere a la capacidad o facilidad que tiene un activo de convertirse en un medio de intercambio (usualmente, dinero efectivo) sin disminuir significativamente su valor.
Dicho de otra manera, es la capacidad que tiene un negocio, familia o individuo de obtener dinero en efectivo que le permita hacer frente a sus gastos y deudas a corto plazo.
Cuando nos referimos a una empresa o negocio, el grado de liquidez de un activo se refiere a la rapidez con la que ese activo se puede vender (para obtener efectivo) o intercambiar por otro activo de valor similar. A mayor liquidez, la transacción se realiza con mayor rapidez y se arriesga menos.
Por ello, se considera que el dinero en efectivo es el activo más líquido de todos.
La liquidez se puede interpretar como la capacidad de la empresa para cumplir con sus obligaciones a corto plazo, como el pago de la nómina, la compra de materiales, el pago de los servicios básicos y los impuestos, entre otros. La falta de liquidez dificulta dicho cumplimiento por parte de las empresas.
Esto puede aplicarse a todos los agentes económicos, como pequeños negocios o incluso familias, que deben comprar artículos de primera necesidad, pagar servicios e impuestos, y todos los gastos que puedan surgir de emergencia.
Tener liquidez permite afrontar estas situaciones sin perder viabilidad y sin enfrentarse a situaciones de suspensión de servicios.
Para saber qué tan líquida es una empresa, se utiliza el ratio de liquidez. Este es un indicador que permite determinar si la empresa es o no capaz de cumplir con sus gastos y obligaciones a corto plazo.
Para calcular el ratio de liquidez se debe dividir el activo corriente (aquel que se puede convertir en efectivo en menos de un año) entre el pasivo corriente (las deudas que se vencen en menos de un año).
La interpretación de este indicador se realiza de la siguiente forma:
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